El entorno medioambiental en el que nació el artista tinerfeño Luis García-Ramos en 1957 fue decisivo en su forma particular de conexión con la naturaleza isleña. Capaz de percibir y de observar procesos, colores y proporciones gustaba de recrear, desde pequeño, los tesoros que la tierra canaria le brindaba cada día. La peculiar naturaleza de los peces, organismos de sangre fría que siguen creciendo a lo largo de su vida tras alcanzar su madurez, tuvo una importante influencia en nuestro pintor, que aprovechaba ratos libres para zambullirse en las aguas del Océano Atlántico, siempre fascinado por la fauna marina que veía desfilar ante su máscara de buceo: la belleza del colorido de las emblemáticas viejas, los atractivos cromáticos de los pejeverdes, las tímidas tortugas bobas que visitan cada año el Archipiélago Canario con la intención de darse un buen banquete antes de partir a sus zonas de reproducción en la costa Atlántica Americana…, todos en danza constante en su medio cristalino.
NATURALEZA CANARIA
La muestra, de esta forma titulada, cuenta con 34 composiciones de diferente formato realizadas sobre lienzo. Las piezas describen una naturaleza onírica, sin peligro ni doblez, inspirada en los fondos marinos de Canarias y su exuberante vegetación. Es una inmersión en los recuerdos de infancia del autor, que vivió rodeado de ecosistemas privilegiados, que transporta al visitante a un despliegue de fantasía, colorido, alegría y vitalidad. “He querido pintar la furia cromática de la lava, así como el fondo del océano Atlántico, envolviendo a criaturas vegetales y animales que, de cierta forma, las humaniza” comenta Luis García-Ramos.
TÉCNICA
Su paleta cromática y vibrante dota a sus obras de una idiosincrásica luminosidad, adquiriendo tonalidades que evolucionan y hacen surgir formas plenas de sensibilidad. Como buen conocedor de la técnica permite la creación de trabajos muy elaborados con un resultado final que encandila al contemplarlos.
El método utilizado para este montaje expositivo combina óleo y acrílico, otorgando fuerza y versatilidad al color; en cuanto a la sugerente sensación de movimiento, las arenas y las resinas sintéticas empleadas son determinantes por su diestra aplicación.
TRAYECTORIA PROFESIONAL
Desde que era un niño sintió la llamada de los pinceles: “he pintado siempre, pero con el tiempo he ido tomándomelo más en serio”, comenta García-Ramos. Pediatra de carrera, decide matricularse en Bellas Artes. Aunque no llegó a licenciarse estudió lo que le interesaba: “dibujo, pintura, teoría del color… La facultad te enseña mucho pero la pintura la haces tú solo, con la práctica; si tienes algo que transmitir debes encontrar tu propio lenguaje y son los demás los que deciden si les gusta o no», añade el artista que ve la pintura como su medio favorito de comunicación. «Para mí es una necesidad. Necesito comunicarme a través de mis creaciones. Pinto todas las mañanas cinco o seis horas», explica satisfecho.
HACIA UN ESTILO PERSONAL
Para Luis García-Ramos el movimiento pictórico que más le ha atraído es el colectivo de artistas El Paso, fundado en 1957 en Madrid, y al que pertenecían Manolo Millares, Martín Chirino, Antonio Saura y Luis Feito entre otros, por ser una etapa brillante del arte español contemporáneo, pero al mismo tiempo, sus obras, a pesar de ser figurativas demuestran otras influencias más internacionales como las del expresionismo abstracto norteamericano de los sesenta, con las formas de Jackson Pollock y Mark Rohtko como influencias más visibles, especialmente en sus formas vegetales.
Aunque García-Ramos siente admiración por esos artistas, los cuadros de Naturaleza Canaria no están inspirados en ninguno de los citados pintores porque, como su autor remarca, el primer paso de cualquier artista es tener un lenguaje propio “que debes tener para creer en ti. Cualquiera que vea tu obra debe saber que es tuya por el sello propio que dejas en cada una, y eso se consigue como resultado de un prolongado trabajo de experimentación” enfatiza.
Al final de nuestro encuentro Luis se lamentaba de que sus bucólicos mundos imaginales no existiesen en nuestra realidad. Eso me hizo pensar que el trabajo de Luis García-Ramos habría estimulado la imaginación del mismísimo Charles Darwin, pues las piezas que se exhiben, con sus oníricas versiones de ciertas especies, bien merecerían pertenecer al devenir de la evolución de nuestro planeta herido. Por eso recomiendo que se acerquen a la obra de este genuino pintor y comprueben el halo de esperanza que rezuma cada uno de sus cuadros, guiados todos ellos por una mano que ama la creación y su ineluctable evolución.
