¿Qué puede llevar a que un artista, en su día elogiado por su brillante aportación al mundo del arte, llegue a estar con el tiempo solo en boca de un pequeño grupo de interesados?
Esta pregunta me surgió cuando visité la última exposición temporal de una artista del archipiélago canario que desconocía por completo. Ver su fascinante trabajo, y saber después que toda su contribución apenas había sido divulgada, me hizo recapacitar sobre la necesidad que existe en este país de un incremento y certero gestionamiento de los recursos destinados a entidades culturales para que difundan los talentos que todavía no ocupan el lugar que les corresponden en la historia del arte español.
Carmen Arozena
La muestra que lleva por título el nombre de la artista ha sido posible gracias a su comisaria Luisa Navarro, que ha ocupado gran parte de su vida al estudio de la intensa pero breve trayectoria profesional de una mujer que vivió y murió por su arte, tal que su legado no quede soterrado y pueda inspirar a futuras generaciones. Tantos años de contribución al mejor conocimiento de esta artista se ven recompensados por la Consejería del Gobierno de Canarias, que le edita un libro dedicado a Carmen Arozena, centro de gravedad en la creación de esta exposición así como en el abordaje de una nueva y actual perspectiva de la figura de esta singular pintora-grabadora. El proyecto expositivo conformado por veinticuatro obras realizadas entre 1944 y 1962, año anterior a su fallecimiento, representa todas las etapas de su obra gráfica, resaltando el trabajo pictórico más allá de sus innovaciones en el campo del grabado, disciplina en la que quedó encasillada para el gran público ajeno a su faceta más desconocida como pintora. Algunas de estas pinturas, que procenden de propietarios particulares, son expuestas por primera vez al público en la Fundación Cristino de Vera–Espacio Cultural CajaCanarias
Retrato
Por sus escritos, entrevistas, recuerdos familiares y textos de prensa sobre sus exposiciones sabemos que Carmen Arozena era una mujer moderna y vanguardista. De aspecto juvenil, ella misma se arreglaba el pelo porque no soportaba que le tocaran la cabeza. Con zapatos planos siempre vestía a la moda pero nunca usaba maquillaje. Trabajadora infatigable y obsesionada por su tarea artística, se planteaba horarios para organizar mejor su tiempo y no descansaba ni siquiera los domingos, ya que, adicionalmente impartía clases de dibujo en el instituto madrileño Lope de Vega. Entre las aficiones que completaban su tiempo estaba la práctica de yoga, la alimentación natural, la música clásica, la lectura de sus escritores favoritos como Fiódor Dostoyevski y la asistencia a exposiciones en las que no mostraba el fuerte sentido crítico que le llevó a destruir muchas de sus obras.
Detrás de esta mujer de genio se ocultaba un alma sensible capaz de percibir más allá de la materia. A pesar de su disconformidad con las circunstancias sociales y políticas que atravesaba la España de los 50, oscura, pobre y sin esperanza, ella predicaba la necesidad de cultivar la fuerza del espíritu capaz de liberarnos de las cadenas que nos atan al círculo vicioso de comportamientos auto-limitantes, así como poner en práctica los 7 principios del Kybalion, dados por Hermes Trismegisto con la finalidad de crear conciencia y comprender la realidad manifestada. “No tendremos autoridad sobre nosotros mismos mientras la conciencia no sea también consciente de su subconsciente y haya una comunión entre ambos. De aquí surge el gran poder espiritual”
Una muerte prematura, ocasionada por su negativa a guardar el reposo necesario ante una dura gripe estacional motivada por su deseo de recibir en directo las impresiones del público sobre su tercera exposición individual, truncó su carrera artística, dejando una obra muy rica, plena de aportaciones técnicas y de una estética que en su devenir transitó entre la figuración, el expresionismo y la abstracción.
Temática
Los dos grandes temas que ocuparon su trabajo son los religiosos y de índole social. El interés por la temática de culto en la década de los cincuenta, más que a una motivación de naturaleza devota, obedecía a la proliferación de restauraciones y edificaciones de nueva construcción para solventar la debacle que para el patrimonio eclesiástico supuso la Guerra Civil.
Más espiritual que practicante, retrata una confesión católica doliente y terrenal. Con su pincel fue humanizando los Cristos que pintaba hasta convertirlos en presos, y los verdugos se fueron transformando en entes de espantosa apariencia. Esta imbricación entre el dolor humano y el divino dan como resultado imágenes horrendas del alienamiento del trabajo con el aumento de las máquinas, del preso resignado, de las tabernas que alcoholizan, del hambre omnipresente… Ante todo, su máxima preocupación fue el dolor de la mujer: “La denigración más profunda la sufre la mujer, en cuerpo y espíritu”. Con este pensamiento resume Arozena una parte importante del motor que impulsaba su vida y su obra: mostrar la falta de libertad y el dolor físico y mental del ser humano y, especialmente, el de las mujeres. En varias ocasiones denunció las reticencias que aún existían en muchos sectores de la sociedad española de mediados del siglo XX al acceso de las mujeres al estudio y el trabajo, considerando esta actitud una forma de fomentar la prostitución del cuerpo y del espíritu.
Paleta cromática
El ambiente tenebrista de gran parte de las obras se encuentra plagado de seres dolientes, caracterizados por una gran expresividad y carga dramática situados en dos planos diferentes. Se trata de un universo con un sello muy personal en el que la perspectiva cumple una función importante así como el ritmo, en alternancia del claroscuro –espacio positivo y espacio negativo-, donde acechan todos los peligros.
Principalmente son esenciales el negro y los marrones, como el bistre, el asfalto, el caput mortuum o púrpura cardenal. En sus cuadros casi todos los tonos son producto de mezclas. Hay una gran cantidad de verdes secos, como el verde oliva, el cinabrio y el verde vejiga. Para los planos compositivos más profundos emplea colores agrisados y fríos, mientras que en los primeros planos es donde se encuentran los colores más saturados, como el rojo escarlata, el azul turquesa y los bermellones, tal cual salen del tubo. Abundan el carmín oscuro de la sangre seca, al que acompañan las sombras y sienas tostados, los ocres y amarillos suaves.
Elementos Expresionistas
En una entrevista ella misma calificaba su obra como expresionismo figurativo; en sus anotaciones, como un expresionismo metafísico, pretendiendo en sus obras rimar los diferentes movimientos con un sentido expresivo para dar sensación de dinamismo, asignando un significado a diferentes grafismos: una espiral representa la sensibilidad creadora, un triángulo el Absoluto, una curva similar a la escocia técnica simboliza tristeza…
Observando el cuadro “Entierro de Cristo” vemos a la Virgen en actitud de reverencia en ángulo con la cruz horizontal que corta todo el lienzo. Los santos que recogen el cuerpo de Cristo, ¿son varios o solo uno? El primero empieza gritando y a continuación los otros van aminorando el grito hasta llegar al último, que cierra la boca por completo. ¿Qué quiso representar la autora con estas imágenes tan parecidas? Plasmar no solo el dolor desgarrador del llanto de un ser, sino representar movimiento y tiempo. Si nos fijamos en la parte superior del cuadro, en la esquina derecha nuestros ojos se detienen en otro grupo de santos que cuchicheando entre ellos simulan una danza de movimiento atemporal.
También buscaba incorporar la sensación del sonido como se puede apreciar en el grabado “El Grito”, donde el resultado de la esquematización de la mandíbula y los músculos del cuello del personaje que grita, se repite en el aire varias veces representando el eco de ese grito que se aleja enlazando a través de líneas invisibles unas figuras con otras creando un ritmo sonoro expresionista.
Simbología
Su universo creativo, impregnado de multiples enigmas, está lleno de símbolos metafísicos y referencias a diferentes filosofías y caminos espirituales; los encontramos en la temática que plantea en “los Signos del Zodiaco”, “La gran madre” o “Los constructores”. En ellas se revelan símbolos de significación universal como el ying y el yang o ángeles y demonios; otros menos conocidos como Hermes Trismegisto, la bestia de las siete cabezas o las trompetas del Apocalipsis; o incluso algunos más originales, como la Danza del Diablo de Tijarafe pintado en una moneda perteneciente al cuadro de la Virgen.
Método Arozena de Estampación
Existe una conexión muy estrecha entre todas las disciplinas artísticas en las que trabajó Carmen Arozena, aunque es en el grabado donde se encuentra su obra más numerosa y más innovadora. Puso su trabajo en sincronía con las olas artísticas de Europa y América tras su paso, en 1957, por el famoso Atelier 17, dirigido por el maestro S. W. Hayter, creando allí cuatro grabados abstractos entintados con el método de las viscosidades. Estas son las únicas piezas abstractas que se conocen: “Mi pintura es figurativa, ya que intenta reflejar una expresión. Somos humanos y nos gusta sentir sensaciones concretas ante los cuadros”
El período comprendido entre 1959 y 1963 está definido por las mejoras técnicas que hizo en la obra gráfica, resultado de una profunda investigación, que culminaría con el desarrollo de un singular procedimiento de estampación denominado Método Arozena, que consistió en el grabado de reproducción, creando un procedimiento de esta técnica que le permitía hacerlos en cualquier tamaño, variaciones con una sola plancha o unir dos o más planchas en un mismo grabado. Las técnicas utilizadas se circunscribían exclusivamente al grabado en metal y sobre planchas de cartón piedra. ¿Cómo llegó Arozena a la utilización insólita del cartón como soporte de sus grabados?
Hay varias motivaciones, pero una de ellas podría ser el bajo coste de este material y la posibilidad de trabajar con grandes formatos, que ayudaban al sentido de monumentalidad que sus obras requerían. Otra ventaja era que el color era más saturado y de mayor intensidad cromática.
Influencias
Sin dejar fuera la personalidad rotunda y escalofriante que caracteriza toda su obra, Carmen Arozena declaró su interés por la pintura románica y gótica, prefiriendo entre los clásicos al Greco, Goya, Rembrandt y Durero, así como dentro de la modernidad a Picasso por sus grabados y a Guayasamín.
Premio Internacional de Arte Gráfico Carmen Arozena
Este premio de grabado que fomenta la creación artística fue puesto en marcha en 1973 por la familia y amigos de Arozena con el objeto de perpetuar su memoria. La gestión de este premio fue asumida, en 1989, por el Cabildo Insular de La Palma, confiriéndole este mecenazgo institucional una garantía de continuidad. Las obras ganadoras de este certamen pasan cada año a engrosar los fondos del Museo Insular del Cabildo de La Palma, donde también se ha instalado una exposición permanente de esta artista palmera.
El público tendrá por fin la oportunidad de rendir homenaje a una de las artistas más significativas de Canarias, que en el corto período de veintitrés años incluyendo su etapa de formación, nos lega una amplia obra llena de sugerentes matices y poderosa expresividad, que aguarda a ser visionada y sentida.
La comisaria de la exposición, Luisa Navarro nos habla de Carmen Arozena y de la situación actual de la disciplina artística del grabado: